Gatos y alimentación

 

El gato doméstico (Felis catus) es un animal adaptado para un estilo de vida basado en la caza y, por lo tanto, a una dieta basada casi completamente en alimentarse de sus presas. Sus mandíbulas, sistema digestivo y comportamiento han sido desarrollados para adaptarse a este estilo de vida. Durante todo el proceso de domesticación el gato no ha variado significativamente sus necesidades nutricionales ni de comportamiento, y continúa dependiendo de los tejidos animales como fuente principal de su alimentación. El sistema sensorial de los gatos está especialmente adaptado para sentirse estimulado por las cualidades sensoriales y los constituyentes de la carne.

El gato es un carnívoro estricto, y por lo tanto tiene requerimientos nutricionales especiales que lo diferencian de otros carnívoros como el perro. Requiere tejido de origen animal en su dieta, y tiene un requerimiento proteico mucho mayor que la mayoría de mamíferos. Los gatos no son capaces de ajustar su metabolismo a una dieta baja en proteína, en esta situación usan la proteína que se encuentra almacenada en el cuerpo para satisfacer sus necesidades. La deficiencia del aminoácido arginina en una sola comida puede conducir a la aparición de signos clínicos como letargia, hipersalivación y vocalización. Los gatos necesitan la arginina para sintetizar urea, un producto de desecho que se obtiene a partir de la degradación de la proteína.

Otro nutriente esencial para los gatos es el aminoácido taurina, debido a que su organismo no es capaz de sintetizarlo en cantidades suficientes para mantener los requerimientos diarios. Por lo tanto, la dieta del gato debe contener la cantidad necesaria de taurina. Si se produce un déficit de este aminoácido existe un gran riesgo de que se produzcan daños severos e irreversibles en órganos importantes como el corazón y los ojos. La taurina se encuentra casi en su totalidad en la carne, lo que apoya el concepto del que el gato es un carnívoro estricto.

 

-Percepción del sabor

Los factores que afectan a la percepción que tienen los gatos del “sabor” son el olor, gusto, textura y temperatura.

El aparato olfatorio (el órgano del olfato) de los gatos domésticos es mucho más sensible que el de los humanos. La percepción del olor del alimento es especialmente importante para el inicio de la ingesta de comida. Si el olor es altamente palatable para el gato, es suficiente para animarle a comer una dieta que no es especialmente gustosa. No obstante, la percepción del olor es inútil si el gato además no prueba el alimento. El sentido del gusto combinado con el sentido del olfato son los más importantes para la percepción del sabor. Los gatos tienen papilas gustativas en su lengua que responden a substancias clasificadas por los humanos como saladas, amargas y ácidas. A diferencia de la mayoría de mamíferos, los gatos no parecen responder al sabor de “dulce”, sus papilas gustativas son especialmente sensibles a los constituyentes de la carne – los gatos responden a varios aminoácidos, que son las piezas con las que se construye una proteína.

La textura de una comida también afecta a su palatabilidad. Los gatos no son capaces de masticar eficazmente. Para comer, reducen el tamaño de la comida desgarrándola o cortándola en piezas más pequeñas que luego tragan fácilmente. El contenido en humedad de la comida afecta al tamaño de la ingesta y a la velocidad con que se ingiere. La comida en lata, húmeda y sabrosa, es devorada rápidamente al principio de ser ofrecida, aunque esta velocidad disminuye a medida que el gato come. En contraste, la mayoría de comidas secas, altamente calóricas, son ingeridas a una velocidad más lenta y constante. Las comidas semi-húmedas son consumidas a una velocidad intermedia entre la comida seca y la comida enlatada. De todos modos, cuando la comida es ofrecida ad-libitum el patrón de alimentación permanece constante, y consiste en pequeñas comidas realizadas al azar durante el día. La energía total ingerida raramente se ve afectada por la textura de la comida.

La temperatura también juega un papel importante en la selección de alimentos. La mayoría de gatos prefieren que la comida esté a una temperatura alrededor de los 35 grados centígrados. Esta preferencia puede ser explicada en parte por el incremento en el aroma de la comida al ser calentada, pero quizás sea algo más que coincidencia ya que esta es la temperatura de una presa recién capturada. Si elevamos la temperatura a los 40 grados centígrados, la preferencia por ese alimento disminuye.

 

-Experiencias anteriores

La preferencia que un gato pueda mostrar por determinados alimentos está influenciada por factores genéticos y adquiridos. Patrones hereditarios de comportamiento juegan un papel muy importante en la discriminación de alimentos útiles, como se aprecia al criar gatitos con biberón lejos de los beneficios de las enseñanzas de sus padres naturales. No obstante, en el gato individual, las experiencias que ha tenido con distintos tipos de comida durante su vida tienen influencia en que tipos de alimentos le gustan, y cuáles no.

A los gatos les gusta la variedad en su dieta, y muchas veces prefieren una dieta nueva a la que les es más familiar, siempre que no sea demasiado distinta, o tenga una palatabilidad demasiado baja. Como el gato es un carnívoro estricto, los distintos tipos de comida que le parecen aceptables son muy similares. Esto explica por qué es poco frecuente que el gato presente una aversión total a una comida nueva, a no ser que sea muy diferente de su comida anterior, o muy poco palatable. Si el gato se niega a aceptar una comida nueva, la mayoría de las veces acabará aceptándola si le ofrecemos pequeñas raciones de comida fresca de manera frecuente, ya que de este modo el alimento mantiene niveles elevados de aroma.

La preferencia de distintas comidas también puede estar relacionada con el nivel de motivación del gato. Los gatos adultos, cuando están sometidos a estrés, tienden a preferir alimentos que les son familiares en lugar de una nueva dieta, y pueden rechazar completamente alimentos que han sido introducidos bajo circunstancias de dolor o estrés. Los gatos también rechazan dietas que son deficientes en determinados minerales y vitaminas como la tiamina. Probablemente rechazan estas dietas mediante una aversión aprendida. Esto se cree que ocurre al relacionar el aroma de una comida con una consecuencia digestiva desagradable, se trata de un aprendizaje rápido del sabor asociado a una respuesta fisiológica.

Hay muchos otros factores que afectan el patrón de alimentación de los gatos. Muchos gatos son muy sensibles a la iluminación y los niveles de ruido elevados, por lo que el lugar donde se coloca la comida muy posiblemente sea tan importante como el tipo de plato que se use y su estado de limpieza. Factores fisiológicos como la edad, estado de salud y actividad sexual del gato también afectan al apetito. La habilidad para apreciar el sabor y el aroma de los alimentos disminuye con la edad, y también con la presencia de ciertas enfermedades como la gripe felina.

El estrés asociado a factores fisiológicos como un entorno nuevo debido a una mudanza, la estancia en una guardería o una hospitalización pueden reducir la ingesta de alimentos, así como la introducción o pérdida de un ser humano o animal en el ambiente habitual del gato. El tratamiento veterinario de corta duración, como una castración o el tratamiento de un absceso no suele interferir con los patrones normales de alimentación, pero una intervención médica más prolongada puede reducir el apetito.

 

📖Bibliografía: GEMFE AVEPA.