El consumo de agua en los gatos.

 

Un gato puede sobrevivir mucho más tiempo sin comer que sin beber, originalmente es un animal del desierto capaz de ahorrar agua concentrando mucho la orina. La densidad media de la orina del gato es de 1.045 frente a 1.015 del perro y del hombre.

Sin embargo, una concentración urinaria demasiado elevada aumenta el riesgo de precipitación de cristales y formación de cálculos. Así pues, hay que incitarle para que beba. La ingesta de agua sirve para compensar las pérdidas de agua, que son de varios tipos:

- Las pérdidas salivares (por el lamido) y las pérdidas respiratorias, que cuentan poco.

- Las pérdidas fecales, que dependen de la digestibilidad del alimento (cuanto menos digerible es el alimento, mayores son las pérdidas).

- Las pérdidas urinarias, que dependen del tipo de alimento: con un alimento húmedo las pérdidas urinarias representan 2/3 del agua perdida; con un alimento seco, se elimina por esta vía aproximadamente la mitad del agua consumida.

Un gato que vive en condiciones climáticas templadas necesita entre 40 y 60 ml de agua por kg, por día, aproximadamente. Por supuesto, esta necesidad puede aumentar por razones fisiológicas o patológicas como la lactancia, temperatura elevada, diarrea, vómitos, etc.

El ritmo de ingestión de agua es exactamente el mismo que el de la toma de alimento. El gato bebe tantas veces como come, es decir por término medio entre 10 y 20 veces al día si tiene libre acceso al alimento, aun cuando el gato sólo beba entre 5 y 10 ml cada vez.

El gato tiene dos fuentes de agua a su disposición, el agua para beber y el agua contenida en el alimento. Cuando un gato consume un alimento en conserva que contiene por término medio un 80% de agua, bebe poco o incluso nada.

Por el contrario, cuando consume un alimento seco suele beber el equivalente a dos veces el peso de las croquetas consumidas (es decir, 100 ml de agua por 50 g de croquetas/día). Un gato alimentado regularmente con alimentos secos adecua bien el consumo espontáneo de agua a sus necesidades, aun cuando consuma globalmente menos agua (dos veces menos por término medio) que con un alimento húmedo.

En cambio, es aconsejable la vigilancia durante un periodo de transición de un alimento húmedo a un alimento seco.

Cuanto más bebe el gato más se diluye la orina de forma natural y el riesgo de formación de cálculos urinarios es menor. En algunos alimentos secos, se aumenta un poco el nivel de sal (NaCl) para animarle a beber espontáneamente. Al contrario de lo que se suele creer, esta medida no tiene una consecuencia desfavorable en la presión arterial del gato, ni en su función renal.